¿”Vértigo”
o “Ciudadano Kane”? ¿Eros y muerte o
poder y soledad? Esa es la alternativa que a nivel del mundo del cine ahora se
presenta a los aficionados al cine a la hora de elegir la mejor película de la historia
del cine. Más que discutible, porque aparte de esa lista que hoy ofrecen los
sesudos críticos de cine (y veleidosos), hay otras publicaciones que ofrecen
otros títulos. ¿Concedemos el privilegio de la duda a los entendidos en el séptimo
arte?.
La historia es la siguiente: cada diez
años la prestigiosa revista especializada en cine “Sight and sound” convoca a unos doscientos cincuenta críticos para
que elijan las diez mejores películas que se han producido. Cada diez años los puestos
en el ranking han tenido algunas variantes (películas que entraban o salían,
bajaban o subían del pódium de honor).
Desde que se hizo esa valoración,
Ciudadano Kane, fue siempre la primera. Le rondaban “El acorazado Potenkim”,” La regla del juego”… pero este año no ha
sido así. ”Vértigo”, la soberbia e intrigante
película de Alfred Hitchcock se ha hecho con el primer puesto.
“Vértigo” es la obsesión de un hombre por la muerte y
por el erotismo que de una mujer se deprende. Es un filme muy psicológico,
donde el punto de vista lo dan siempre sus dos protagonistas. En ese sentido en un filme de temática
posmoderna: donde la verdad no existe o es fragmentaria y ante esta niebla donde
se diluyen las certezas, solo el deseo, el
eros puede darnos alguna. En el fondo “Vértigo”
es un filme de pensamiento débil sobre la verdad: tal vez por eso haya sido la ganadora.
Por el contrario, “Ciudadano Kane” es mucho más objetiva y crítica con el ser humano.
Su análisis del hombre sediento de poder y la soledad a la que le conduce es un
mensaje mucho más objetivo. En el fondo, como “Vertigo”, no deja de señalar al hombre herido que es el hombre
actual. Pero no es nada subjetiva. El punto de vista que utiliza el gran Orson Welles es múltiple pero hay una única
verdad: la de un meta narrador - la misma cámara-, a la que le es dado conocer la clave de toda
la película:”¡Rosebud!”. Welles todavía
piensa que si al hombre le fuera dado el código -¡ese trineo, símbolo de la
inocencia de la niñez!-, aún alcanzaría la felicidad.
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