martes, 15 de abril de 2014

No sé cómo me las arreglaré



Ya ha pasado el lunes santo, y ya llevo presididas cinco procesiones. ¡Y empezamos el viernes! Hasta el domingo de Resurrección  me quedan unas diez más. Y no cuento las que en la semana de Pascua, más tranquilas y breves, hay que hacer.

…Es la Semana Santa de el Cabañal. Lo peor es que además de haberme quedado sólo en el servicio sacerdotal de la parroquia, el jueves pasado cogí un constipado “trancazo” de órdago, que además de dejarme en algunos momentos fuera de juego, ha provocado que mi voz enronquecida, casi desaparezca.

No sé cómo me las arreglaré.

Leo las palabras del Papa Francisco sobre la religiosidad popular, que dice que es un tesoro. Yo también lo creo así, aunque se me haga muy pesado el tener que cargar con tantas joyas como es presidir sus manifestaciones populares. Desde éstas hay que evangelizar -me digo- a mí me ha tocado hacerlo. Lo intento, y lo intentaré: no se puede pedir las mismas manifestaciones de fe a todos sin considerar los distintos niveles en que los creyentes pueden sentirse.
 De todos modos, aunque sea para mí en este momento algo muy cansino, yo lo paso muy bien contemplando la belleza casi exótica de las manifestaciones artísticas, la gente de buena voluntad con su devoción, las contradicciones y  las meteduras de pata, los enfados y reconciliaciones, el entusiasmo de muchos, el exhibicionismo de algunos personajes bíblicos que parecen escapados de películas de Fellini o Buñuel, una imaginería muy mediterránea, pero muy colorista y en muchas aspectos, digna de elogio.

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