Pasó nuestra Semana Santa… ahora descansar en la reflexión y revisión…
Qué ha salido bien, qué ha salido mal… Qué errores se han
cometido, qué aciertos se han conseguido.
Qué personas hemos descubierto como ilusionadas de la Semana
Santa y qué otras personas nos han decepcionado.
¿Ha crecido en algo nuestras cofradías o seguirá todo igual, sin
avances significativos, como si anduviera fosilizada?
¡La invitación a la renovación necesaria parte de lo mismo que
celebramos! La Pascua es la cofradía que despierta, la cofradía que crece, la
cofradía que se renueva…
Esto es la Pascua: el mundo al revés… o mejor, el mundo como Dios lo soñó. El Crucificado es ahora exaltado junto al Padre. Los discípulos decaídos se transforman en anunciadores de un nombre y de una esperanza. La injusticia se quedó muda. La muerte trajo nueva vida. La creación ha sido re-creada y se nos ha dado el Espíritu prometido. ¿Qué más queremos?
“Dios resucitó a Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos”. Esa es nuestra tarea: ser testigos de
Jesús y de su Reino. Porque la ola de la Pascua
encuentra resistencias en la historia, en los egoísmos, en los corazones…
empezando muchas veces por el nuestro. Por eso, aunque ya ha sido la Pascua,
todavía no han llegado sus efectos a todo y a todos.
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