Mucha gente iba conociendo a Jesús. Y querían acercarse a él. Los discípulos se encargaban de ayudar a la gente a llegar hasta él. Ellos estaban muy contentos de ver que Jesús era aceptado, y que la gente le quería. Pero Jesús se dio cuenta de que se equivocaban, porque solo valoraban la fama, el éxito y los aplausos, así que les puso un ejemplo:
Mirad, cuando queremos que crezca una planta, primero plantamos una semilla que tiene que dar un fruto. Al principio la semilla queda enterrada, y nadie la ve, ni siquiera se dan cuenta de que está ahí. Y solo mucho después empieza a crecer y a asomar la planta y el fruto. Pues con el Reino de Dios pasa lo mismo. Hay muchas cosas que no se ven, y no se aplauden. El amor, muchas veces, es humilde y no va por ahí presumiendo. Y la persona generosa no recibe inmediatamente la paga por lo que da. Y yo, también tendré que pasar por el silencio y el rechazo, aunque ahora no lo penséis.
Ellos estaban sorprendidos, y no terminaban de entender todo lo que Jesús les decía.
(De RV niños)
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