Clausura: en qué me sostengo.
En estos días de aflicción y calamidad, pocas cosas me sostienen: mi oración personal, la Palabra de Dios, la música que siempre me estremece y la poesía (que leo y escribo) que expande mi corazón.
No necesito nada más. Ni exposiciones del Santísimo transmitidas por Internet (i¡qué horror!), ni eucaristías virtuales, ni bendiciones a distancia: solo yo… y mi Jesús de Nazaret, el Resucitado en quien creo.
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