sábado, 25 de abril de 2020

EL CINE DESPUÉS DE LA PANDEMIA (2)



¿SE AVECINA UNA GRAN CRISIS DEL CINE? (2)

Una película debe verse en una sala de cine, en una pantalla blanca y grande, con las luces apagadas, y a ser posible, acompañados de espectadores que no sean molestos: que no comenten en voz alta el transcurso de una película con su compañero/a de butaca, que no molesten con el “¡cric-cric!” de las palomitas y el “¡schurfff!” de la de la pajita sorbiendo la coca-cola, que lleguen a tiempo y no te oculten, mientras se quitan abrigos y se aposentan, parte de la pantalla, etc. etc. 

Nostalgia de A. Tarkovsky
La oscuridad, el silencio y la gran pantalla blanca son el alma de este espectáculo en los que el espectador se refugia en una especie de noche blanca donde va a contemplar el desfile de la vida, penas y alegrías fingidas, que son también sus propia vida, sus penas y alegrías. Todo esto vivido, cuando el filme es verdaderamente de calidad artística, como una experiencia compartida por todos sus espectadores que vibran, ríen y lloran ante lo que el mágico mundo de las sombras y las luces del cinematógrafo presentan: tan real como la vida misma, porque “el cine es la vida” que decía François Truffaut. 

A mí me entusiasma y emociona mucho, cuando el público al final del visionado de una gran película, cuando aparecen los títulos finales de crédito, se queda materialmente clavado en silencio en la butaca, intentando sobreponerse del montón de emociones y sentimientos que ha vivido o también, cuando entusiasmado, rompe en aplausos de reconocimiento y agradecimiento aplaudiendo el acierto de esos artistas que han hecho posible las «subsidiarias» experiencias que han sentido.

¡Porque a mí el buen cine me ha hecho más consciente, más humano, más bueno!

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