Ya hemos
dicho adiós al año que ha pasado. Y comenzamos con ilusión el nuevo año. Amamos
el ayer, porque es algo nuestro. Y deseamos el futuro porque será también
posesión nuestra. Muchas veces el pasado es una carga y el futuro, una amenaza. Y sin embargo ambos
nos sostienen, porque el tiempo no es propiedad nuestra.
El tiempo es
de Dios, precisamente porque Él no tiene ni pasado ni futuro. Para Dios el
pasado no pesa, ni el futuro es temido. Dios es el hoy eterno. Su tiempo es
perfecto.
Morir será
quebrantar las fronteras del tiempo, sumergirse en el hoy de Dios.
FeLiz año
2014.
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