Hoy he estado en la Pobla de Vallbona, en la
fiesta en honor de San Sebastián, en la celebración de la solemne Eucaristía
del día grande de este para mí entrañable pueblo. Me invitó el cura párroco,
para pronunciar el sermón en la solemne Misa Mayor. También he presidido esta
celebración. Con el templo lleno, he pronunciado un sermón del que he quedado,
si se puede decir, bastante satisfecho.
Alrededor de la figura del mártir San
Sebastián, he hablado del testimonio de la fe en el martirio, de la habitual
persecución (no violenta) que todo cristiano
auténtico puede sentir en su vida, como le pasó a Jesús de Nazaret, como le
pasó al soldado Sebastián.
Después mi reflexión con motivo de la fiesta
de este santo ha sido hablar de la fortaleza cristiana. Fortaleza que sólo se
robustece avivando la fe, alimentada por la palabra de Dios, por los
sacramentos, por la oración. Por último como respuesta a ese miedo natural que
se puede tener al sentirse perseguido, reflexioné en voz alta sobre la
Providencia de Dios: si El cuida de los gorriones, ¿no va a cuidar de nosotros?
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