Hacía ya bastante tiempo que no
nos reuníamos los cuatro amigos de la adolescencia y juventud. Alrededor de la
mesa de un buen restaurante ayer tuvimos un hermoso encuentro los cuatro amigos
(José Vicente, Ramón, Vicente y José Luis) reviviendo aquellos años (felices)
en que estrenábamos y vivíamos a tope la vida. Con aquellos nuestros sueños,
nuestras experiencias, nuestras ilusiones que aún se continúan: ahora hemos
vuelto a contarnos otras experiencias, otros sueños y otras ilusiones, tal vez no tan audaces y
brillantes como antaño, pero sí llenos de vida y de satisfacción por la obra bien
hecha de nuestras vidas.
Fue una buena comida, y aún más
agradable con la posterior sobremesa. El corazón se reconforta con estos
encuentros y los recuerdos, que parecen apagados, se despiertan de nuevo para
dar calor al corazón, que algo cansino, se refuerza para seguir andando con
paso seguro hacia delante.
Y es que el recuerdo no es solamente
ejercicio de la mente, sino un verdadero masaje al corazón. Uno doblar la
potencia de éste. “Re-cordar” es tener doble corazón
Amigos queridos, benditos seáis.
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