Hoy,
domingo después de Reyes, se acaba litúrgicamente el tiempo de la Navidad en
la iglesia. Como tantas veces -y aquí, le alabo el gusto-, la Iglesia va en
otra dirección que la de la sociedad laica. A los grandes almacenes, al
comercio y al dios Consumo les interesa empezar mucho antes del 25 de diciembre
la Navidad. Así que ya a mediados del mes anterior todo es Navidad. Escaparates, adornos y toda
suerte de artilugios montan para incitar al ciudadano a comprar, comprar,
comprar.
Inmediatamente
después del 6 de enero –en esa misma noche-, todos los artilugios se desmontan
y se tiende una nueva red comercial: se trata de nuevo de incitar al ciudadano
a comprar, a comprar, a comprar… ¡Son las rebajas!
Por
fortuna, la Iglesia da por acabado el tiempo navideño, con esta fiesta que se
celebra este domingo: el Bautismo de Jesús. En cierta manera es el cierre del
ciclo de la vida privada de Jesús: su infancia, su adolescencia y la silenciosa
educación que tuvo Jesús en el anonimato de su vida con sus padres en Nazaret,
José y María.
Así
que Jesús, se bautiza en el río Jordán, ( y esto tiene muchos significados) y
comienza a aparecer en público y hacerse notorio entre las gentes de Palestina.
En las Misas de nuevo renovaremos todos nuestros compromisos bautismales a raíz
del Bautismo del Señor.
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