Clásicos en cuarentena: protocolos de biblioteca.
Antes de ayer estuve en la cercana biblioteca pública para hacer la devolución de tres libros que se ma habían dejado en préstamo.
Me llamó la atención, como en tantos sitios públicos, el protocolo de seguridad y precaución que se tiene para evitar a los usuarios el contagio del coronavirus. En las mesas de lectura no había en verdad muchos lectores. Antes y después de sentarse, éstos tienen con el spray desinfectante y una bayeta, limpiar bien la superficie de la mesa. Los que acuden solo a devolver libros, entran por una puerta y después saldrán por otra, se lavan las manos al entrar con el hidrogel y luego se dirigen al bibliotecario protegido la mampara clásica.
Tú no puedes coger ningún libro: tienes que darle el autor y el título al funcionario y él te lo trae al mostrador. Lo que más me llamó la atención es que, una vez resueltos los trámites de devolución, el bibliotecario te indica que dejes los libros devueltos en una caja, que es su lugar de confinamiento, la caja de la cuarentena. Yo devolvía “Misericordia” de Pérez Galdós, “La marcha Radezstki“ gran novela escrita por Joseph Roth y también un pequeño libro de haikus japoneses.
Es una gran verdad que los libros son los mejores amigos del hombre, seres vivos que te hablan. Pero me dio una lastimosa sensación confinarlos. ¡Pobres Galdós, Roth y poetas japoneses, también vosotros en cuarentena, esperando tal vez que alguna mano de un ávido lector os rescate y os vuelva a leer!
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