Duele en el alma enterarse de que en un pueblo de Teruel van a ser sacrificados casi 100.000 visones porque se ha descubierto que éstos expanden el coronavirus.
Parece ser que es algo muy necesario y de lo que no hay más remedio, pero uno se pregunta por qué se tiene que llegar a esta situación. ¿Por qué se mantienen y sostienen ciertas industrias y negocios que verdaderamente degradan la vida animal y, por ende, nuestra condición de humanos?.
Más pronto o más tarde esos animalitos iban a ser sacrificados para aprovechar las pieles suaves, elegantes y cálidas para hacer lujosos abrigos que luzcan en fiestas y saraos las señoras y los señores guapos.
Protestamos por la tauromaquia, protestamos también por el trato cruel e inhumano que a los animales de granja se les somete, protestamos por la existencia de los circos con animales salvajes o de los viejos zoos que son más bien cárceles para los animales. No he leído nunca que las asociaciones pro-animalistas hayan puesto el grito en el cielo ante la iniquidad de las granjas de visones.
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